En el borde de un sueño encontré una idea.
Contemplándolo todo estaba Perico el de los palotes haciendo círculos
con unas sardinas mustias y algo más
allá, una pulga cantando la violetera. Hacía un calor tremendo dentro de ese
pensamiento de color carmín sobre fondo lila. No recuerdo como logré llegar a
aquella estancia tan divertida, es más, nunca antes la había visitado y ni
hubiera imaginado que existiese algo así. En esta ocasión y como suele ser
habitual en mí, había hecho el recorrido en el pulpo. Tiempo ha que había
descubierto al pulpo como mejor medio de transporte por el aire. Su agilidad,
versatilidad y rapidez eran incomparables no siendo desdeñable, por otra
parte, su tremenda viscosidad, que evitaba se nos subiera nadie en marcha porque
se resbalaban y allá que iban. De sus tremendos ojos no diré nada. El hacía
como que no, pero yo sé que no se le quedaba nada por mirar. Lo que pasa es que
él sabía que si me hacía partícipe de sus descubrimientos le obligaría a ir y
él era muy sibarita y evitaba los lugares comunes. Esa era una de las razones
por las que se negaba a llevar gafas, decía que eso, los demás, lo hacían por dejadez, por no esforzarse en
mirar y porque en el fondo no querían ver. Pero la verdad es que, de vez en
cuando, esa manía suya hacía que se empeñara en entrar por alguna puerta blindada.
Cualquiera le decía nada. Su genio era tan grande como su perspicacia y si te
daba con un tentáculo te dejaba lisiada para una temporada. Pero hay que ser
condescendiente con los grandes y sobre todo si se les quiere y yo he de
confesar que le tenía un afecto profundo. En eso que me han vuelto a despertar
esas campanas y aquí estoy, tratando de ver como resuelvo el trabajo este,
ahora que ya estoy despierta.
Marlén
Este relato forma parte de un "Libro de artista" personal que a su vez forma parte de un "Libro de artista" colectivo basado en las experiencias del momento del despertar, cuando la consciencia se mueve todavía entre las imágenes que se arrastran desde el sueño y las nuevas que van llegando de la vigilia.
La fotografía se corresponde con una imagen de parte del libro.
© Marlén
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